Nunca entenderé como las personas podemos dejar de sorprendernos ante las situaciones que ocurren a diario.
Sinceramente no se qué incomodó más al pueblo panameño, el gran tranque que se produjo en la tarde/noche de aquel 21 de noviembre… o que le quitaran la vida a un ser humano, a plena luz del día y en plena calle. Para los que no supieron, ese fue el motivo del tranque que le destronó el record a las Hormiguitas.
Yo fui uno de lo que se quedó atrapado dos horas y media en su carro y, gracias a los Dj’s de WAO 97.5, la pasé bien. “Simón dice: que todo el mundo pise el FRENO!”
En medio de la risa y del vacilón, chateaba con los amigos y familiares, ya que decidí comunicarme con ellos, para asegurarme que ninguno fuera, por casualidad de la vida, más famoso que de costumbre en esa tarde.
Después de un trayecto muy largo, lleno de gente brava, de insultos, tiradera de carros y semáforos violados, me dispuse a ir a buscar cena, obviamente decidí ir a pie… porque no pretendía manejar un metro más.
Caminé por las calles de mi barrio, recordando parte de las cosas vividas esta semana, y comprendí que cuando atraviesas por un momento difícil, luego de superarlo, tu perspectiva cambia. Si la ocasión fuera diferente, el caminar hasta el restaurante me daría tanta pereza que, si no tuviera carro, preferiría simplemente dejar de comer, pero en ese momento, el poder caminar hasta el restaurante fue la experiencia más gratificante que me pude regalar esa noche.
Llegué finalmente. Mi mesero acostumbrado, ya sabía mi orden acostumbrada, me preguntó reído la confirmación de la misma, a lo que le devolví la sonrisa con un “Eso mismo!”. Casi como por arte de magia, la amargura y la incomodidad se habían ido.
Giro la cabeza para ver por la ventana y está mi Papá parado viendo el horizonte (si a las 8:00 pm…) situación nada rara considerando que me lo topo en la calle con regularidad, típico jubilado, con la peculiaridad de que no le gustan ni la televisión ni los casinos, y como no se lleva bien con los celulares, el encontrármelo es cosa de suerte, así que salgo y lo invito a pasar para conversar con él un rato.
Sin planearlo, tuve una de las cenas más agradable de toda la semana, y entonces lo entendí, si ese tranque de dos horas, no hubiera matado minuto a minuto mi deseo de manejar, no hubiera decidido caminar al restaurante en el momento justo, para voltear a la izquierda y ver por la ventana a mi Papá.
¿Coincidencia o Voluntad Divina? Ustedes decidan.
Cuando sientas que la vida te está castigando injustamente o que no sabes porque te ocurren cosas malas, mira a tu lado, puede que te rías de ver a otros pasándola peor que tu (¡Satisfacción garantizada!); pero más importante aún, no olvides que tal vez estés en el sitio y el momento indicado para que te ocurra luego, algo extraordinario.
_F.G.
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